Cada Juego Olímpico entrega momentos memorables que perduran
a través de los años en la memoria colectiva. El mundo latino siempre ha sido
protagonista construyendo hechos sobresalientes que han sido de los más
destacados en cada cita olímpica.
Argentina elimina al Dream Team y se consagra en Atenas
2004: La Generación Dorada repitió el triunfo conseguido dos años atrás frente
a la Selección Estadounidense en el Mundial de Indianapolis. Con Emanuel
Ginóbili como principal figura, MVP del torneo, el combinado dirigido por Rubén
Magnano venció en la final a Italia y consumó una gesta histórica para el deporte
argentino. Teófilo Stevenson y el legado del boxeo cubano: El amateur más
grande de todos los tiempos escribió con letras doradas su nombre en la
historia al convertirse en el segundo atleta en ser triple campeón olímpico.
Oro en peso pesado, demolió a todos sus rivales Munich 1972, en Montreal 1976 y
Moscú 1980. Jamás fue profesional porque siempre prefirió el cariño del pueblo
cubano: "¿Qué es un millón de dólares comparado al amor de ocho millones
de cubanos?". Sydney 2000, el nacimiento del mito de Las Leonas: En la
previa de los Juegos Olímpicos australianos, las jugadoras y el cuerpo técnico
se mancomunaron bajo el símbolo de una Leona. Contra todo pronóstico alcanzaron
la final, donde cayeron frente a Australia. En Atenas y Beijing llegaron a las
semifinales, pero sucumbieron y debieron conformarse con la medalla de bronce.
En Londres irán por la revancha para reparar una angustia histórica. La primera
medalla ecuatoriana: El 26 de junio se celebra el día nacional del deportista
por la gesta de Jefferson Pérez, quien en Atlanta 1996 ganó la primera y hasta
ahora única medalla dorada del olimpismo ecuatoriano. Doce años más tarde,
Pérez consumó un retiro memorable en Beijing 2008 al colgarse la medalla de
plata. En su palmarés también ostenta tres campeonatos mundiales obtenidos de
manera consecutiva. De la halterofilia a la gloria: María Isabel Urrutia tuvo
su primera participación olímpica en Seúl 1988 como lanzadora de bala y disco.
Sin éxito en aquella oportunidad, nunca más volvió a habitar una villa hasta
Sydney 2000. Abandonó el lanzamiento para probar suerte en el levantamiento de
peses y fue allí donde, a sus veteranos 35 años, acarició la gloria al subirse
al primer escalón del podio. Urrutia, quien luego se dedicaría a la política,
es la única ganadora de un oro olímpico del deporte colombiano. Massú y Feña
González, el orgullo chileno: Si bien ninguno de los dos logró emular al mítico
Chino Ríos, ex número uno del mundo, Nicolás Massú y Fernando González pueden
enorgullecerse de haberle regalado al pueblo chileno las primeras medallas
doradas de su historia. Massú conquistó la presea de oro en singles y en dobles
junto a Fernando González, quien completó el tercer escalón del podio en el
tenis individual. El dueño de Montreal Alberto Juantorena fue el rey del
atletismo olímpico en Canadá. En tierras norteamericanas logró lo impensado y
utópico para el deporte moderno: ganó las pruebas de 400 (velocidad) y 800
metros (mediofondo). Así demostró ser el mejor atleta del mundo y pulverizó un
mito popular: que era imposible reinar en las dos competencias. Nadie saltó tan
alto como él: El deporte cubano ha aportado cientos de grandes deportistas
olímpicos. Javier Sotomayor, el saltador de altura más importante de la
historia, es uno de ellos. Campeón olímpico en Barcelona 1992 y subcampeón
Sydney 2000, vio manchado su currículum por un doping positivo en 1999. De no
haber sido suspendido por dos años, seguramente hubiera sumado alguna medalla
más a su palmarés. El guante dorado: El deporte venezolano ha evidenciado un
notable crecimiento durante los últimos años. Pese a ello, ningún atleta logró
igualar la épica gesta de Francisco Rodríguez, quien en México 1968 batió a
todos sus rivales en el peso mosca junior hasta adueñarse de la más preciada
medalla del olimpismo, el único oro de la historia vinotinto.
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