Roger Federer se ha expresado de todas las formas sobre la cancha. En ese largo recorrido que lo ha llevado a convertirse en el tenista más laureado de la historia, Federer ha llorado, se ha caído, ha saltado, se ha arrodillado, ha exhibido lo mejor de su tenis y ha cautivado con su elegancia.
Pero si hay un momento que ha marcado su carrera ese ocurrió en Pekín, durante los Juegos Olímpicos en 2008. Abanderado por segunda vez de Suiza, Federer pudo culminar uno de sus sueños de infancia y ganar una medalla de oro olímpica, tal vez el único título que le faltaba en su carrera. Poco le importó a Federer que el gran protagonista de la final en el dobles masculino fuese su compañero, Stanislas Wawrinka. Mientras Wawrinka estaba acostado sobre la cancha tras conseguir el punto decisivo, el campeón de 73 torneos en el circuito profesional saltaba a su alrededor como un niño recién levantado el día de navidad. Luego se arrodilló frente a su compañero y se fundió junto a él en un abrazo. Ese recuerdo permanece vigente en la mente de Federer, a quien todavía se le ilumina la cara cuando habla de uno de los triunfos más especiales en su carrera.
En su casa
Pero ahora Federer tiene ante sí un nuevo reto. Conquistar el oro olímpico en individuales en su casa espiritual, la cancha central de Wimbledon, en la que se ha coronado en seis ocasiones. “Creo que me ayudará el hecho que ya gané una medalla de oro olímpica”. “Seguramente sentiré menos presión, aunque siempre hay una gran carga en todos los jugadores, especialmente en los favoritos”. “Esta es una oportunidad única en tu vida, jugar en Wimbledon durante unas Olimpiadas. Se trata de algo especial para nosotros poder sentir el espíritu olímpico aquí, en el escenario más increíble que tenemos en el tenis”. “Es un objetivo para mí, no hay duda de eso. Será mi cuarta participación y no creo que haya algún otro jugador que lo haya hecho en la época moderna, lo que me hace sentir muy feliz”. “Estoy muy emocionado y no puedo esperar a que comience el torneo”.
Compromiso
Pese a que los Juegos agregan más problemas a un congestionado calendario y no aporta un premio en metálico atractivo en comparación con otros torneos, Federer considera que el tenis se ha ganado el derecho de formar parte de la familia olímpica. “Creo que hemos mostrado suficiente voluntad que prueba que para nosotros los Juegos Olímpicos son muy importantes”, “no siempre se trata de puntos, de la clasificación o del dinero”. “Lo que es importante es que los jugadores demuestren que aman el espíritu olímpico, el sueño de representar a nuestros países”. Federer es consciente que es muy probable que en los Juegos de Londres tendrá su última oportunidad para conquistar la medalla de oro que le falta, la misma que hace cuatro años conquistó el español Rafael Nadal y hace ocho lució en el cuello del chileno Nicolás Massú.
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