El encuentro entre River Plate y Quilmes, desarrollado en el
estadio Centenario de dicha localidad bonaerense, se vio interrumpido en tres
oportunidades debido a incidentes originados por la parcialidad local.
La primera situación se dio faltando quince para el cierre
de la primera etapa, cuando se escapaba solo el atancante de Quilmes Jonathan
Zacaría y volante riverplatense Matías Kranevitter, quien estaba amonestado, lo
cortó y como último hombre, lo que generó el reclamo del banco de suplentes
local. Cuando el árbitro del encuentro Germán Delfino se acercó a dialogar con
el DT quilmenño, Blas Armando Giunta, y desde la platea le arrojaron una botella
que impactó en su hombro izquierdo y motivó una suspensión por alrededor de
tres minutos. El juez decidió no aplicar el reglamento y continuó el juego, la
policía intentó ubicar al agresor y, tras algunas escaramuzas entre los socios,
la calma volvió a la platea. En los últimos cinco minutos del primer tiempo
hubo además incidentes en las adyacencias del estadio, entre la policía y
simpatizantes que intentaron ingresar sin entradas. Luego el partido se
suspendió a los 20 minutos de la segunda etapa, porque desde la popular local
los hinchas se colgaron del alambrado y arrojaron pirotecnia, el juego se
suspendió por alredor de cuatro minutos. El último incidente se originó a los
36 minutos de la parte final y motivó una larga suspensión por 11 minutos. Todo
comenzó cuando un efectivo policial que estaba en un patrullero debajo de la
platea, accidentalmente, accionó un proyectil de gas lacrimógeno. El viento
llevó el gas a la platea, por lo cual los hinchas comenzaron a arrojarle
proyectiles a la policía y se generó un desbande generalizado que casi motiva
la suspensión definitiva.
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