El atletismo argentino fue el impulsor de los Campeonatos
Sudamericanos de Menores, surgidos en Comodoro Rivadavia en 1973. Desde
entonces, los equipos argentinos participaron en todas las ediciones (20) a
excepción de 1979 (Cochabamba).
Argentina organizó el evento en dos oportunidades, ambas en
la sureña Comodoro: la citada en 1973 y, posteriormente, en 1986. Por lo tanto,
Mendoza con la inauguración de su flamante pista sintética en el Parque San
Martín se convierte en la segunda ciudad del país en recibir esta competencia. A
lo largo de su historial, la reglamentación de los menores ha experimentado
constantes variantes. La más significativa se produjo desde el campeonato del
2000 cuando, en acople con la IAAF que instituyó los mundiales, la edad de la
categoría se convirtió en sub18 (anteriormente era sub17). Asimismo, fueron
variando constantemente las especificaciones en las pruebas de vallas y en los
pesos de los implementos. El reglamento pudo mantenerse casi sin cambios a lo
largo de la última década, sin embargo, a partir de este año, el peso de los
implementos fue modificado para varios lanzamientos de mujeres, bajando a 3 kg.
En bala, 3 kg. En martillo y 500 grs. en jabalina, como se hará ahora, por
primera vez en el historial de los sudamericanos. La Argentina acumuló 143
títulos a lo largo de estos campeonatos y quedó al tope del medallero en dos
oportunidades: la inaugural de Comodoro ‘73 y en Montevideo ‘78. En ese
recordado campeonato donde también aparecía quien luego sería campeón olímpico,
el brasileño Joaquim Carvalho Cruz y en la pista del Liceo Artigas, Argentina
cumplió su mejor actuación al llevarse quince medallas de oro. Era la época de
velocistas como Hugo Alzamora y Adriana Pero, ambos ganadores de 100m, 200m y
relevos. Además, Marcela López Espinosa logró los títulos de 400m, 800m y posta
larga; que se sumaron a otros tres que había obtenido en ediciones anteriores.
Con seis títulos, es la argentina más exitosa del historial de estos torneos. Los
sudamericanos de menores también fueron la oportunidad para el debut
internacional de muchos quienes, posteriormente, alcanzaron a lucirse en las
categorías superiores. De aquella década "inaugural" de los 70,
también podemos mencionar a Carlos Gambetta, quien se consagró campeón de salto
en alto en Santiago (1976) y en Río al año siguiente, torneo donde también triunfó
en salto en largo. Estos campeonatos sufrieron un paréntesis de cinco años,
entre 1979 y 1984. En Santiago de Chile 1992, asomaron dos de nuestros valores
que triunfarían en la categoría superior. El velocista Gustavo Aguirre ganó los
400m y 800m llanos. Por su parte, Juan Cerra inauguró una trayectoria
inigualable con su victoria en martillo, la cual se extiende hasta nuestros
días como el más exitoso especialista del historial sudamericano. En Bogotá
2000, la Argentina sumó ocho medallas doradas, cifra que no pudo repetir desde
ese momento en menores. Fue en ese campeonato donde asomaron dos de nuestros
puntales actuales: Germán Lauro (quien ganó en bala con 17m77 y disco con
53m99) y Jennifer Dahlgren (56m68 en martillo). Además, Fabián Di Paolo se
impuso en martillo, reteniendo la corona que había logrado en Manaus dos años
antes. Asunción 2002 marcó la aparición del mejor garrochista de nuestro
historial, Germán Chiaraviglio. El santafecino se impuso con 4m75, anticipando
su conquista en el Mundial de la categoría el año siguiente en Sherbrooke. Germán
también triunfó en el Sudamericano de Menores de Guayaquil 2004, donde surgió
Rocío Comba con sus triunfos en bala y disco. La previa a Mendoza la marcó la
vecina Santiago de Chile (2010), donde Braian Toledo deslumbró con sus 85m32 en
jabalina, marca muy cercana a su propio récord mundial de menores. De esta
manera, se despidió de una categoría en la que fue Campeón Olímpico de la
Juventud, tan sólo unas semanas antes. Ese año, Argentina tuvo su producción
más baja en títulos (tres conquistas), ya que Toledo sólo pudo ser acompañado
por Ailin Funes (campeona en 800m) y Betsabé Páez (salto en alto).
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