El nadador sudafricano Achmat Hassiem se convirtió en una de
las estrellas de los Juegos Paralímpicos de Londres por dos motivos. Uno de
ellos es por haber conquistado una medalla de bronce en los 100 metros mariposa
S10; el otro, porque protagonizó una de las pruebas de superación más conmovedoras
que puede ofrecer el deporte.
En 2006, Achmat estaba surfeando en una playa cerca de
Ciudad del Cabo junto a su hermano menor, Taariq, cuando vio un tiburón blanco
enfilarse hacia su hermano. Achmat intentó llamar la atención del animal para
proteger a Taariq. "Empecé a chapotear para distraer al tiburón, para
alejarlo de mi hermano". "Yo sabía que a los tiburones les gusta
atacar desde abajo, pero no atacó, me golpeó con su cuerpo y empezó a girar
alrededor de mí". El animal agarró la pierna derecha de Hassiem y lo
arrastró a 50 metros de profundidad. El sudafricano dijo a BBC que sentía que
no podía mover la pierna, miró y se dio cuenta que, de la rodilla para abajo,
estaba todo en la boca del tiburón. "Vi que la mitad de ella (la pierna)
estaba en su boca y la empezaba a sacudir violentamente hasta romperla. Fue
terrorífico sentir cómo mi pierna se desgarraba, pero no noté dolor en absoluto,
estaba en shock total". Hassiem sólo pudo salvarse cuando el animal
arrancó su pierna. Entonces nadó lo más rápido posible hacia la superficie para
pedir auxilio y ser atendido. "Lo más importante era la vida de mi
hermano. Perder una pierna no es nada. Lo que no hubiera podido superar nunca
es la pérdida de él". Desde entonces, Achmat luchó contra su discapacidad
y se dedicó a la natación. En su rehabilitación, aprendió a caminar con la
nueva prótesis e inició una nueva vida. Dos años más tarde participó de los
Paralímpicos de Beijing 2008. "Me cambió la vida, sí, pero desde entonces
me han pasado muchas cosas buenas. Por ejemplo, estoy en unos Juegos
Paralímpicos". Una curiosidad es que, después del traumático accidente que
podría haberle costado la vida, Achmat le pintor las aletas de un tiburón a su
prótesis. Además, el sudafricano aprendió a vivir justamente en el agua, como
nadador. Tanto esfuerzo y superación dieron resultado. El pasado sábado, Achmat
conquistó una soñada medalla de bronce en los Paralímpicos, en los 100 metros
espalda. Una prueba de que las tragedias pueden ser superadas y que de ellas es
posible sacar recompensas, como la presea -y porqué no- la sonrisa de Achmat
Hassiem.
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