Con el paso del tiempo la competitividad de los atletas
olímpicos es cada vez más fuerte. Los récords se transformaron en algo que
trascendían el honor: eran fama y dinero. Eran gloria mundial. Los deportistas
buscaron superarse sin importar las consecuencias. La ambición desmedida
desembocó en la trampa: se llegó al punto de consumir fármacos prohibidos para
mejorar el rendimiento, sin importar la autoridad del reglamento y -peor aún-
sin conocer sus efectos secundarios o a largo plazo.
En el año 1960 las sospechas por parte del Comité Olímpico
Internacional sobre el consumo de una dosis masiva de estimulantes, fue el
punto de quiebre, que llevó a la búsqueda de una solución para el dopaje. Algunas
historias han hecho eco en las páginas de las Olimpiadas, como ejemplo el caso
de los medallistas en Sydney 2000, quienes días antes del comienzo de los
Juegos Olímpicos de Atenas fueron citados a un control antidoping, pero se
mantuvieron "prófugos" y reaparecieron el primer día de competición,
justificando sus desapariciones con un accidente de moto. Hasta el 2011 se
mantuvieron las investigaciones para comprobar la veracidad de los hechos.
Nunca se pudo comprobar. El famoso jugador de fútbol, argentino Diego Armando
Maradona, fue suspendido por doping positivo en dos ocasiones. En 1991, por
cocaína, jugando para el Nápoli, y en 1994, por efedrina, lo que significó su despedida
del Mundial de Estados Unidos. Tres años más tarde decidió contratar a Ben
Johnson como entrenador, un jamaiquino protagonista del caso más famoso de
dopaje en los Juegos, quien rompió el record de los 100 metros llanos en dos
oportunidades, la última en la final de Seúl 1988 con un tiempo de 9,79
segundos. Tres días más tarde fue despojado de su medalla porque se encontró
esteroide Stanozolol en su examen de orina. Carl Lewis, segundo en la carrera,
fue quien se quedó con la dorada. La deportista Marion Jones también pagó el
precio de su mentira. El 5 de octubre de 2007, La ex atleta confesó haber
consumido tetrahidrogestrinona (THG), más conocida como The Clear (El Claro,
bautizado así porque no dejaba rastro), en la previa de Sydney 2000. Durante
esos Juegos Olímpicos, la estadounidense logró tres medallas doradas (100 m,
200 m y 4x400 m) y dos de bronce (salto en largo y 4x100 m). Luego de su relato
de sinceridad, con lágrimas en las mejillas, todo cambió. Seis meses de
prisión, dos años de libertad condicional y 800 horas de trabajo comunitario
fue la sentencia que debió cumplir a sus 32 años. En los años '70 y '80,
Alemania Oriental logró mejorar notablemente la performance de sus atletas en
los Juegos Olímpicos. Con el tiempo se supo que miles de atletas del Este
recibían esteroides y sustancias que mejoraban su rendimiento, sobre todo para
demostrar su superioridad sobre el oeste. Muchos de los deportistas pensaban
que estaban tomando vitaminas... No era así. Y expusieron su organismo y su
salud a un tratamiento que podía generarles cáncer, malformaciones,
infertilidad, cambios hormonales y hasta una muerte prematura.
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