Dos directivos de la empresa G4S, encargada de garantizar la
seguridad en los Juegos Olímpicos de Londres, dimitieron hoy después de que un
informe calificara de "chapuza" su falta de previsión, que obligó al
Gobierno a recurrir al Ejército para proteger el evento.
El documento evalúa el trabajo que se llevó a cabo para
cumplir con el contrato que GS4 firmó con el Ejecutivo de David Cameron para
encargarse de la seguridad de los Juegos. David Taylor-Smith, jefe de
Operaciones, e Ian Horseman Sewell, encargado de eventos globales, anunciaron
su dimisión por su responsabilidad en el contrato, que ocasionó unas pérdidas
para la empresa valoradas en 50 millones de libras (63,5 millones de euros). Sí
conservará su puesto el consejero delegado, Nick Buckles, que reconoció que
todo el asunto había sido un "desastre vergonzoso", y prometió en
consecuencia controlar de forma más rigurosa los términos de los nuevos
acuerdos laborales. Según se refleja en el informe, hecho por la empresa
auditora PwC, el seguimiento del trabajo en seguridad "fue
inadecuado" y la organización "no supo ver la magnitud del
proyecto". La empresa fue incapaz de aportar los 10.400 agentes a los que
se comprometió por contrato, lo que provocó que el Gobierno británico
recurriera a personal militar para completar al equipo encargado de la
seguridad. G4S aseguró que tanto Taylor Smith como Horseman renunciaron
"por el interés de la compañía", la mayor empresa de seguridad privada
del mundo con más de 650.000 empleados por todo el globo.
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